Historias de Personajes
Grindar Manomartillo:
Raza: Gigante
Género: Varón
Edad: ¿Medio siglo? Algo más, algo menos.., tampoco es que le preocupe demasiado...
Grindar, un gigante casi como cualquier otro, más terco que una mula, de maneras burdas y pocos modales. Aunque a primera vista cualquiera le tomaría por corto, de poca entendedera, o simplemente tonto, de eso tendría sólo el aspecto, probablemente use más la cabeza que el combatiente medio, más aún entre los suyos. Suele decantarse por soluciones simples, pues suelen ser las que mejor funcionan, aunque a veces recurre a algunas soluciones algo más intrincadas. La diplomacia suele ser una vía de corto recorrido tratando con él, aunque si alguien demuestra ser de fiar y se gana su confianza, se arriesgaría por ese individuo sin dudar, por cruda que fuera la situación. Lo más importante, si advierte de algo o da su palabra, puede darse por hecho tarde o temprano...
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Creció aprendiendo lo básico para el estilo de vida de una tribu, hasta que despertó intereses propios siendo un crío. Empezó a aprender cosas de los artesanos, desde cómo hacer una cuerda hasta cómo se hacía una armadura completa con variedad de articulaciones o preparados alquímicos bastante útiles.
Al pasar tiempo con los artesanos, escuchó historias antiguas, de las que la mayoría se habían olvidado o creían perdidas. Estos solían llegar a edades más avanzadas, al ser gente, por lo general, con más cabeza y sentido común que el guerrero medio, se interesaban por conocimientos antiguos y temas similares, Entre esas historias, contaban alguna sobre las capacidades de los ancestrales artesanos de la era de los Reyes Gigantes, esos que eran capaces de imbuir el poder de la magia y capacidades especiales en sus creaciones mediante la talla de runas. Por desgracia, ninguna de ellas guardaba conocimiento alguno sobre dicho proceso, más allá de exageraciones típicas de cualquier historia adornada por varias generaciones.
Pasó años aprendiendo y cuando había aprendido suficiente, montó su primer taller propio, haciéndose cargo de proveer de equipo a los cabezas huecas de los guerreros y cazadores de la tribu. Estos parecía que no tuvieran aprecio alguno por el equipo que portaban, por bueno que fuera, bien rompían sus armas por no usarlas como es debido o simplemente las perdían por idiotas...
Esta situación se repitió tantas veces que la paciencia de Grindar cada vez era menor. Tanto se repitió que llegó a negarse a hacer ni un triste cinturón para aquellos inútiles desconsiderados. Una de esas veces, la cosa fue a mayores, reventando por ambas partes de mala forma y llegando a una batalla a mano limpia entre a los que les negaba equipo nuevo y varios artesanos que pensaban como Grindar. Tras eso decidió que no merecía la pena seguir desperdiciando el tiempo en ese sitio, por lo que recogio sus herramientas, varias armas y piezas de armadura, algo de dinero y se echó a los caminos.
En su viaje, trató con todo tipo de individuos, aprendiendo de unos y otros cosas que le parecían interesantes, métodos de fabricación de tierras extrañas, formas distintas de procesar materiales, estilos de construcción y sobre todo, buscando cualquier información sobre lo que realmente llenaba sus pensamientos, el perdido arte de las runas de sus ancestros, cosa que aún sigue buscando a cada oportunidad que se le presenta.
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